¡Hola!, esperamos las cosas marchen bien. ¡Hemos vuelto! sean bienvenidos (as).

Las cosas empiezan a retomar lo acostumbrado antes de la pandemia. Luego de dos años sin presencialidad y aforo completo en los colegios y trabajos.

Fueron momentos de incertidumbre, el Covid, el encierro, nulas relaciones interpersonales. Ahora, de un momento a otro se vuelve a la presencialidad sin prevenir por la salud mental, de los y las estudiantes y trabajadores (as), preguntas que toda persona con sentido común debería hacerse -¿qué pasó en el tiempo de crisis?- ¿cómo nos enfrentamos nuevamente a una jornada extensa?, ¿cómo estuvieron en sus casas 2 años, qué pasó ahí?. Es difícil, no se puede pretender reiniciar como si nada hubiera pasado. Sin embargo, en colegios y trabajos no toman consideraciones. Y, ¿con qué nos encontramos ? VIOLENCIA, siendo la forma de responder (por miedo, rencor, ira).

En los colegios, muchas personas comentan que necesitan ayuda, más de la mitad de un curso, pero no alcanza con 1 profesional a quien se le asignan casos graves. ¿Cómo?, cuál es el parámetro para juzgar que es más urgente. ¿Qué pasa con los «menos graves»?

No hay que normalizar, decir que es la generación de cristal, «que esto no es nada». ¿Cuál es la necesidad de ser autorreferente? para bajarle el perfil a situaciones que se han normalizado por décadas y seguir perpetuándolas sin ningún sentido.

Pregúntese, cómo hubieran cambiado algunas cosas de su vida al haber contado con ayuda psicológica. Piense en sus relaciones interpersonales, familia, amigas(os), pareja, personal. ¿sería igual?

Piense.

En definitiva, por qué esperar a tener un trabajo para costear la ayuda, se debe exigir, en los colegios y empresas. Dar espacios verdaderos, para comentar y relacionarnos. La educación emocional es importantísima a lo largo de toda la vida y se refleja en las relaciones con las demás y nuestro entorno.

Por skuarta

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